Me siento mejor...
Se me están pasando mis días de melancolía...
¿Por qué sucede esto? Por sexo. Siiii... Así es, POR SEXO. Un Ser Supremo o algo en mi código genético que rebasa mis fuerzas para controlarlo me lleva a necesitar sexo. Más sexo de lo que alguien me pueda dar.
Es que sinceramente... déjenme contarles un secreto que saben más hombres de los que desearía y que en su momento me lo han sacado a relucir como uno de mis problemas más serios.
Soy demasiado sexosa. Si... lo confieso… y me declaro culpable… SOY SEXOSA. Y si no fuera tan sexosa, no fuera tan grande mi problema con la melancolía.
No puedo estar más de dos días sin que me toquen, y si NO me tocan, caigo en mis días de melancolía, que a fin de cuentas no son más que días de abstinencia.
Algunas veces, cuando era más joven, sin un compromiso “tan formal” con nadie y sentía que mi pareja no me satisfacía al cien por ciento recurría a los favores y caricias de un tipo bastante particular que he etiquetado para este relato como mi “amigo quita-ganas” con el que aún, hoy en día tengo comunicación vía MSN. Platicamos mucho y me hace insinuaciones. Procuro platicar con él lo menos posible y hasta lo e eliminado algunas veces, porque me dice muchas cosas con las que logra calentarme, pero mi debilidad en días de abstinencia es grande y busco sus palabras y lo vuelvo a admitir en mi lista de contactos. Ha intentado invitarme a vernos en persona pero sinceramente prefiero que las cosas queden así. No es por temor al engaño, por que con el no hay riesgo de confundir sentimientos. Con él solo es sexo. Y nada más. Simplemente es por que sé que es una decepción… Usa muy buenas palabras y tiene mucha imaginación para formar en mi mente fantasías muy buenas sobre encuentros sexuales. Pero en persona, siempre salgo decepcionada. No sé si es por que siempre nos encontramos muy de prisa o simplemente que no mezclamos sentimientos. Pero enredarme con él, siempre es una desilusión.
Prefiero sufrir un poco de abstinencia y llegarle con todas las ganas a mi marido cuando le entra la necesidad de no llegar nada más a descansar a nuestra casa, o se da cuenta que se le esta pasando la mano con la falta de atención que me esta dando y me le puedo ir…
¿Por qué sucede esto? Por sexo. Siiii... Así es, POR SEXO. Un Ser Supremo o algo en mi código genético que rebasa mis fuerzas para controlarlo me lleva a necesitar sexo. Más sexo de lo que alguien me pueda dar.
Es que sinceramente... déjenme contarles un secreto que saben más hombres de los que desearía y que en su momento me lo han sacado a relucir como uno de mis problemas más serios.
Soy demasiado sexosa. Si... lo confieso… y me declaro culpable… SOY SEXOSA. Y si no fuera tan sexosa, no fuera tan grande mi problema con la melancolía.
No puedo estar más de dos días sin que me toquen, y si NO me tocan, caigo en mis días de melancolía, que a fin de cuentas no son más que días de abstinencia.
Algunas veces, cuando era más joven, sin un compromiso “tan formal” con nadie y sentía que mi pareja no me satisfacía al cien por ciento recurría a los favores y caricias de un tipo bastante particular que he etiquetado para este relato como mi “amigo quita-ganas” con el que aún, hoy en día tengo comunicación vía MSN. Platicamos mucho y me hace insinuaciones. Procuro platicar con él lo menos posible y hasta lo e eliminado algunas veces, porque me dice muchas cosas con las que logra calentarme, pero mi debilidad en días de abstinencia es grande y busco sus palabras y lo vuelvo a admitir en mi lista de contactos. Ha intentado invitarme a vernos en persona pero sinceramente prefiero que las cosas queden así. No es por temor al engaño, por que con el no hay riesgo de confundir sentimientos. Con él solo es sexo. Y nada más. Simplemente es por que sé que es una decepción… Usa muy buenas palabras y tiene mucha imaginación para formar en mi mente fantasías muy buenas sobre encuentros sexuales. Pero en persona, siempre salgo decepcionada. No sé si es por que siempre nos encontramos muy de prisa o simplemente que no mezclamos sentimientos. Pero enredarme con él, siempre es una desilusión.
Prefiero sufrir un poco de abstinencia y llegarle con todas las ganas a mi marido cuando le entra la necesidad de no llegar nada más a descansar a nuestra casa, o se da cuenta que se le esta pasando la mano con la falta de atención que me esta dando y me le puedo ir…
Por que sé que me va tratar muy bien, me va consentir y me va hacer explotar con sus caricias como solo él sabe. Y no tendré que pasar por ese remordimiento asqueroso de haberlo engañado.... y no solo eso... sino de haberlo engañado con alguien que no vale la pena.